La influencia de factores psicológicos en el desarrollo y curso de determinadas enfermedades ha sido ampliamente demostrada a través de múltiples estudios. Factores como el estrés, la forma de afrontarlo, las características personales y los modos de reacción ante dicho estrés, los hábitos de sueño, trabajo, alimentación, ejercicio, relaciones, son de especial relevancia a la hora de mantener un estado de salud aceptable, o desarrollar determinados síntomas o enfermedades.
Las evidencias científicas nos indican hoy que cualquier trastorno denominado físico suele implicar también, a distintos niveles, alteraciones psicológicas y viceversa. Desde este punto de vista la integración holista de lo físico (orgánico, fisiológico y biológico) y lo psicológico (personalidad, biografía, familia, ámbito social y cultural) es indispensable para acceder a una comprensión adecuada e integral de la salud, así como de los llamados trastornos psicosomáticos.Trastornos cardiovasculares, hipertensión, trastornos gastrointestinales, dolor crónico, asma son algunos ejemplos de enfermedades o alteraciones orgánicas en los que los factores psicológicos juegan un papel determinante en el desencadenamiento y evolución de tales enfermedades.
La intervención psicológica en este caso debe ir dirigida a que la persona aprenda a manejar los aspectos emocionales y de afrontamiento que están interfiriendo con su salud y manteniendo o agudizando determinados síntomas. Los siguientes enlaces tratan algunos de estos trastornos psicosomáticos así como el tipo de intervención psicológica que precisan.

Síguenos.